sábado, 6 de junio de 2015

Nunca se va ...

“Nunca se va…”. (2011)

En esta propuesta se vincula la memoria personal con el tema del dolor. En la vida del ser humano se viven diversos tipos de experiencias, dentro de ellas las tristes, como la perdida de un familiar o momentos de crisis, son las más marcadoras y las que dejan huella en nuestro interior. Es en estas situaciones cuando surgen de personas externas frases que comúnmente se conocen como  “cliché”, tales como: “todo estará bien”, “es mejor que haya sucedido así”, “ahora esta en un mejor lugar”, “la pena nunca se va, sólo se aprende a vivir con ella”. Dentro éstas es la última en la que encuentro una multiface, en que no sólo la pena es con la que se aprende a vivir, sino también entran en este campo sentimientos como la angustia, la incertidumbre y la depresión. La forma de exteriorización de estos sentimientos generalmente es el brote de lágrimas, que no solo son representación de la tristeza, sino la floración de un interior herido y angustiado, un cuerpo que necesita depositar en el exterior el dolor interno producido por una situación o un problema personal.


De lo anteriormente mencionado, es que decido juntar una frase con el elemento de exteriorización personal de sentimientos mayoritariamente angustiosos (lágrimas) y la frase que posee para mí más sentido: “la pena nunca se va, sólo se aprende a vivir con ella”. En la instalación se busca el efecto de que la misma frase llore y sienta lo vivido, además de dejar un espacio vacío para que la palabra “pena” pueda ser remplazada por el espectador.



"Nunca se va…”, madera calada y cuentas de vidrio, 300 x 150 cm. 2011

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